Sin ti no soy nada, puede ser el título de una canción o la descripción de un mecanismo neurótico.
Sin ti mi vida no tiene sentido,…No sin ti.

¿Os suena? Puede que os identifiquéis o os recuerde a algún amigo que no puede hacer ningún plan si no es con su novio/a.

Y es que la frasecita con la que empezábamos, a la que le poníamos musiquita de fondo, puede parecer algo cotidiano, pero piénsalo un poco…Estamos diciendo que para esta persona, el estar sin el otro es la no-existencia.

Hablamos de la confluencia, un mecanismo neurótico donde hay una pérdida de límites entre uno y el entorno, fundiéndonos con lo de afuera.

En el adulto esto es fijación sadomasoquista disfrazada de amor.

No hay límite personal, el límite viene del entorno. Nunca me sacio lo suficiente.

Puede que a nivel positivo facilite la entrega y la fusión amorosa…pero en exceso, si soy incapaz de decir basta, ¿dónde quedo yo?

Cuando me separo del otro…¿y yo quién soy? ¿qué me gusta a mi?

Y no te equivoques no hay solo confluencia positiva, también hay negativa y es igual de neurótica.

Cuando nos gustan las mismas cosas, hablamos de confluencia amorosa.

Pero, a veces esas personas incluso una vez separadas son incapaces de separarse. Aquí podemos incluir a todas esas parejas que se separan enfadados. Quedo con mis amig@s y no dejo de hablar de mi ex…allá donde voy.  Sí, también eso es confluencia, confluencia odiosa.

No os engañéis el odio vincula más que el amor.

Os dejamos con una escena cotidiana de una persona confluyente.

¿Sientes una dificultad para identificar a la protagonista, para separarla del otro?

Ana Calderón, Terapeuta Gestalt y Astróloga Psicológica

*Consulta terapéutica (más información) /Contacta (aquí)

*Solicita Consulta terapéutica online