Recién llegados de vacaciones ahora más que nunca estamos conectados con nuestras necesidades… Nos hemos permitido descansar, relajarnos, reconectar con nosotros…

Tal vez en ese tiempo has podido descubrir algo que aporte conciencia a ese día a día…Cuando no somos capaces de expresar nuestras necesidades ante el otro. Cuando me inhibo o cuando el peor enemigo que tengo soy yo mismo.

Hablamos de la Retroflexión, un mecanismo neurótico donde nos hacemos lo que no somos capaces de hacer a los demás. Sea bueno o malo, hay un efecto rebote.

No soy capaz de pasar a la acción, de tomar contacto con el otro, me divido en dos.

Para aquellos que sepáis de astrología este comportamiento lo podemos asociar a un mal posicionamiento de Marte en tu carta astral. Planeta que representa la voluntad, la capacidad de decisión y la iniciativa.

Cuando hablo de mal posicionamiento, me refiero a que no se siente cómodo en el signo en el que se encuentra (está en exilio o caída).

Marte donde mejor se expresa es el signo de Aries, signo de fuego y acción. Pero ¿qué sucede si se encuentra en un signo donde en vez de ser asertivo y espontáneo soy diplomático? ¿Si en vez de conectar con mi necesidad siempre pongo por delante al otro? Que por tal de evitar un conflicto, nunca me tengo en cuenta. (Marte en Libra).

O bien acumulo y acumulo hasta explotar, ¿te suena esta conducta? (Marte en tauro o cáncer).

También habría que tener en cuenta cuando Marte está en mal aspecto a Saturno (sobretodo en oposición) ¿Y eso qué significa?

Saturno representa nuestra autopreservación, la maduración, la superación, la autocrítica, los límites.

Cuando hay un mal aspecto entre estos dos planetas genera un temor al sexo, a la agresividad, o asumir riesgos.

Hay un conflicto entre mis deseos con mi sentido de responsabilidad. Hay una dificultad para poner en práctica la magnitud de mis acciones. Ya que no solo se trata de tomar decisiones, sino también de asumir las consecuencias de esas acciones. Al final todo ello lo único que hace es, volverte tu peor enemigo.

Y que peor retroflexión que la que te haces a ti mismo: las somatizaciones, infligiendo en nuestro organismo la agresividad que no hemos respondido al entorno.

Ana Calderón

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